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martes, 4 de junio de 2013

[32] Amor, con “a” de “arrastrado”


“Ne me quitte pas”, de Jacques Brel (1959)



Aquí va, como segundo episodio de la serie dedicada a los varones conflictuados, “No me dejes”, del cantautor belga Jacques Brel. No digo nada del otro mundo si afirmo (con la misma impunidad con que la universidad de Michigan lanza sus descubrimientos científicos) que “Ne me quitte pas” es una de las cinco canciones más significativas, conocidas y versionadas de toda la historia de la canción universal. Si vos no la conocés, el que está fuera del mundo sos vos, no le eches la culpa a la canción.

Pero lo más probable es que sí, que la conozcas, aunque sea en alguna de sus infinitas versiones (las hay en todos los idiomas y en todos los ritmos, se calcula que hay unas 3.000 versiones, algunas muy respetables, como las de Nina Simone, Ray Charles, Neil Diamond, Edith Piaf…). Pero ninguna versión (no digo que escuché todas, pero sí bastantes) alcanza el mismo impacto que logra la versión de Brel en francés.

Dicen que dicen que Brel (que estaba casado desde hacía años) compuso la canción después de la separación definitiva con su amante, la también cantautora belga Suzanne Gabriello (“Sisú”, le decían, Zizou). 



Pero él no es la víctima en el asunto, porque ella lo dejó, a Jacques, después de muchas idas y vueltas, después de que él se negara a aceptar su paternidad (Zizou estaba embarazada), después de un intento de suicidio de ella y de que descubriera que él tenía otra amante más. Y con esos dientes, eh.



Porque uno lo mira, a Jacques Brel, y es la prueba más rotunda de que no es necesario ni un gramo de belleza física para enamorar a otro ser humano. Y si uno lo ve cantando “No me dejes” (abajo pongo el link) así, transpirado, dientudo, con esos labios gruesos, boca torcida, asimétrico todo él, ojito chico, orejón… uno piensa: claro, cómo no va a estar rogando que no lo dejen (nosotros, que nos creemos lindos porque hace tiempo no nos vemos al espejo).

Pero lo cierto es que la canción se hizo tan famosa, supongo, porque uno puede muy fácilmente sentirse identificado: todos, en algún momento (a veces en muchos momentos, pero al menos en uno) pensamos en alguien y nos dijinos: “que no me deje”. Todos sentimos esa necesidad de continuar juntos o de volver a estar con alguien, sea amante, padre/madre, amigo/a o lo que sea. Y cuando llegó el momento de la separación, todos sentimos, en algún momento, un poquito de esa desesperación que se rebalsa de la canción.



Ahora, existe algo que se llama dignidad, y por eso casi nadie hace lo que Jacques en su canción: arrastrarse hasta lo más profundo del lodo de lo humano para suplicar a su amante que no lo deje. Pienso en Adele, por ejemplo (si recuerdan lo que hablamos sobre “Take it all” el año pasado): ella también estaba desesperada porque no la dejara su novio Resortín Rayodesol, pero cuando vio que ya no había remedio y que él estaba decidido a dejarla, por más que quedó desmoronada, tuvo un mínimo dejo de entereza para decirle “Ma sí, andate entonces y que seas (in)feliz”.

Jacques, en cambio, no tiene ningún respeto hacia sí mismo (ojo, estoy hablando del yo poético que canta esta canción, no del Jacques Brel real) y empieza a suplicarle a ella, así cara a cara (lo que en su caso es tremendo), que no lo deje.

Que todo lo que pasó se puede olvidar (aunque no se sabe cómo sería posible olvidar las horas “que mataban a veces, a golpes de porqué, el corazón de felicidad” [qué lindo esto, ¿no?]).

Que todo lo que parecía muerto y apagado (como el volcán Copahue) puede volver a resplandecer de fuego, que los campos quemados pueden dar más trigo que nunca.

Como los argumentos parece que no la están convenciendo, él comienza a hacer promesas. Promesas ridículas, como que le va a traer perlas de lluvia del país donde no llueve o que morirá y se levantará de la tumba, cual zombi, para taparla de oro y de luz, o armará un país de amor donde ella estará por encima de cualquier constitución republicana… Al que escucha, le resulta evidente que estas promesas no van a dar mucho resultado, porque probablemente lo que ella necesitaba eran cosas más simples, como que bajara la tapa del inodoro, se acordara de su cumpleaños o la invitara al cine algún miércoles…

Pero él está embaladísimo en su arrastramiento, y sigue prometiendo cosas: que va a inventar palabras, que va a contarle historias buenísimas, todas con la misma moraleja: “qué lindo es que la gente se junte” (en su letanía desesperada, romántica siglo XIX, Jacques hasta se da el gusto de citar Rojo y negro [Le rouge et le noire], la famosa novela de Stendhal).

Al ser varón quien canta, todavía suena más desesperado todo esto, porque el abandono a los sentimientos y la debilidad emocional son características que se intentó muy meticulosamente, desde siempre, atribuir a lo femenino.

Nada parece estar resultando, y entonces él, resignando hasta el último átomo de derechos humanos remanentes, promete que si ella no lo deja, él se va a quedar calladito y quieto en un rincón mientras ella la pasa bomba, contento de volverse apenas “la sombra de tu sombra, la sombra de tu perro”. ¿La sombra de tu perro? Uau. No se puede caer más bajo que esto. Y al perro tampoco le causaría mucha gracia, supongo.

Obviamente, nada de esto alcanza, porque en el momento en que tenés que rogarle a alguien que no se vaya es porque esa persona ya decidió irse, y tarde o temprano se va a ir, por más que le repitas, como para hipnotizarla, ochocientas veces “no me dejes”.

A pesar de todo lo dicho (y a causa de todo ello), la canción es genial, y está muy bien que un varón, alguna vez, haya cantado piedra libre para todos los compas y haya aceptado eso que todos sentimos alguna vez, aunque no podemos decirlo porque tenemos una reputación (?) que cuidar, en este mundo.  



  
Ne me quitte pas

Ne me quitte pas,
il faut oublier,
tout peut s'oublier,
qui s'enfuit déjà,
oublier le temps
des malentendus
et le temps perdu,
a savoir comment
oublier ces heures
qui tuaient parfois
a coups de pourquoi
le coeur du bonheur,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Moi je t'offrirai
des perles de pluie
venues de pays
où il ne pleut pas,
je creuserai la terre
jusqu'après ma mort
pour couvrir ton corps
d'or et de lumière,
je ferai un domaine
où l'amour sera roi,
où l'amour sera loi
où tu seras reine.
Ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Ne me quitte pas
je t'inventerai
des mots insensés
que tu comprendras,
je te parlerai
de ces amants-là
qui ont vu deux fois
leurs coeurs s'embraser
je te raconterai
l'histoire de ce roi
mort de n'avoir pas
pu te rencontrer.
Ne me quitte pas,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

On a vu souvent
rejaillir le feu
d'un ancien volcan
qu'on croyait trop vieux;
il est paraît-il
des terres brûlées
donnant plus de blé
qu'un meilleur avril,
et quand vient le soir
pour qu'un ciel flamboie
le rouge et le noir
ne s'épousent-ils pas.
Ne me quitte pas,
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.

Ne me quitte pas
je ne vais plus pleurer,
je ne vais plus parler,
je me cacherai là
a te regarder
danser et sourire
et à t'écouter
chanter et puis rire,
laisse-moi devenir
l'ombre de ton ombre,
l'ombre de ta main
l'ombre de ton chien.

Ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas
ne me quitte pas.
No me dejes

No me dejes,
es necesario olvidar,
todo se puede olvidar,
lo que se escapó,
olvidar el tiempo
de los malentendidos
y el tiempo perdido,
a saber cómo
olvidar esas horas
que mataban a veces
a golpes de porqué
el corazón de felicidad,
no me dejes
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

Yo te ofreceré
perlas de lluvia
traídas del país
donde nunca llueve,
yo cruzaré la tierra
hasta después de mi muerte
para cubrir tu cuerpo
de oro y de luz,
haré un dominio
donde el amor será rey,
donde el amor será ley,
donde tú serás reina.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

No me dejes,
yo te inventaré
palabras absurdas
que comprenderás,
te hablaré
de esos amantes
quie vieron dos veces
abrazarse sus corazones,
te contaré
la historia de aquel rey
muerto por no haber
podido reencontrarte.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes

Se ha visto a menudo
salpicar el fuego
de un antiguo volcán
que se creía demasiado viejo;
es, parece,
como las tierras quemadas
que dan más trigo
que en el mejor abril,
y cuando llega la noche,
para que un cielo brille
el rojo y el negro
no se desposan.
No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

No me dejes,
no voy a llorar más,
no voy a hablar más,
me esconderé allá
a mirarte
bailar y sonreír
y a escucharte
cantar y después reír,
dejame volverme
la sombra de tu sombra,
la sombra de tu mano,
la sombra de tu perro.

No me dejes,
no me dejes
no me dejes
no me dejes.

Este es el link de Brel cantando en vivo:
http://www.youtube.com/watch?v=Vz6r0TP4FBI


Rogando que porfi porfi porfi porfi vuelvan, se despide (pero solo por un ratito, ¿dale?):


DJ Vago

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