solo un tema por semana,
y con que le guste al diyei alcanza

martes, 28 de mayo de 2013

[31] Occesión, con "o" de "oiechico"

“Ojalá”, de Silvio Rodríguez, en Al final de este viaje (1978)



Comenzando con una serie dedicada a varones conflictuados, y ya que lo tuvimos recién cantando ante cientos de miles de personas en la Plaza de Mayo, va este tema del cubano Silvio Rodríguez, sin dudas uno de los mejores cantautores en español, y uno de los pocos que da gusto escuchar cuando habla (otro es mi amigo Joan, y debe haber alguno más que no me acuerdo; es un ranking tirando a corto).

La canción, en 4/4 y tocada solo con la guitarra, en acordes arpegiados (desagregados nota a nota, en “escalerita” que sube y baja), plantea, básicamente, una obsesión. Como suele suceder a los varones conflictuados (bah, les pasa a los seres humanos en general, pero hoy el foco es masculino), una obsesión en serio crece con el tiempo, y se vuelve algo más intenso, algo enfático, corrosivo, incorrecto: una occesión, digamos.


Aquí, el yo poético (en adelante él, para abreviar) le canta a un tú (ella, en adelante, por comodidad) un largo listado de deseos, con la estructura de las bendiciones (y las maldiciones) orientales. Todas las oraciones-deseos comienzan con la palabra “ojalá”.

Lo que enseguida se advierte, en esas largas ojalaciones casi recitadas, es que todas las cosas que él menciona de ella son positivas; y sin embargo, él pide que terminen. Ella no está presente, pero se manifiesta en el recuerdo y en imágenes, y esas manifestaciones son disparadas por los más diversos elementos naturales (como las hojas de los árboles, la lluvia, la tierra, la aurora), o construidos (las paredes), o por nada en particular, simplemente porque es imposible sacársela de la cabeza. Occesión.

Ante esa situación insostenible, él pide, ruega, reclama: basta ya. Ite de una vez, ya no aguanto tu bella e inhumana perfección. El problema es que ella ya se fue de él (físicamente), así que ahora solo queda desear que pase algo “que te borre de pronto”. De última, morirse puede ser una solución extrema, pero efectiva. Aunque sería mejor un disparo de nieve, que deje en blanco la memoria de su mirada constante, su sonrisa perfecta, su palabra precisa…

Cuando llega al estribillo y empieza a enumerar las posibles “soluciones”, el ritmo de la canción se acelera, se hace impetuoso, caribeño: el arpegio da paso a un rasgueo que es casi redoble, hasta que él confirma que lo que no quiere es seguir viéndola “en todas las visiones”, todo el tiempo, y que espera no poder tocarla ni siquiera en canciones. Entonces, en ese verso, es que nos damos cuenta de que él está perdido: porque esta misma canción desgarrada, este ruego de que lo dejen en paz, es al mismo tiempo la confirmación de que él no puede dejar de verla, visitarla y tocarla en canciones. Un psicoanalista a la derecha, por favor.


Silvio Rodríguez hizo aquí, con un tema simple, una hermosa canción. Como prueba de que no es tan fácil, y de que con igual tema se puede hacer perfectamente una canción vomitiva y laxante, escuchen, si están de ánimo masoquista, “Si tú no existieras”, de Ricardito Arjona. No les pongo el link acá para no contaminarme el blog.

Además del “Ojalá” original de Silvio, va la versión en vivo de cuando vino a la Argentina con Pablo Milanés; esta versión, con el Cuarteto Zupay haciendo los coros, muestra (para mí) cómo más es menos, porque la tumultuosidad del estribillo, por más que está muy bien hecha, le quita toda su gracia al lamento unipersonal de  la versión primera.




Ojalá

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser el milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta;
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda,
ojalá que tu nombre se le olvide esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado,
ojalá que el deseo se vaya tras de ti
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta;
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones,
ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre,
en todos los segundos, en todas las visiones.
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Con el cuarteto Zupay:



Se despide, deseando que ojalá esta semana el mundo me deje tranquilo,

DJ Vago


martes, 21 de mayo de 2013

[30] Pregúnticas miniminímini


“Mazúrquica modérnica”, de Violeta Parra, en su álbum Las últimas composiciones (1966)


 Podrá parecer que la canción de la semana pasada (de Nirvana) no tiene mucho que ver con la de hoy, una danza en 3/4; pero después de elegirla comprobé una macabra coincidencia: la cantautora chilena Violeta Parra se suicidó pocos meses después del lanzamiento de este disco, así como Kurt Cobain se suicidó pocos meses después de In Utero.

Salvando ese dato, no, no tienen mucho que ver, las dos canciones. Este es, claramente, un tema político, que suena muy gracioso (graciósico) por los arpegios livianos de la guitarrita de Violeta, por su voz desgarbada (nunca fue una buena cantante, pero ¡qué gran compositora!) y, por supuesto, por esa letra en que todos los sustantivos son transformados en esdrujulas.


La letra gira alrededor de una pregunta malintencionada, que es calificada de “infantílica” por la yo poética: si las canciones de protesta no serán peligrosas para el pueblo. A pesar de lo infantil de la pregunta, la culpa del arte ante diversas situaciones es un tema recurrente, que aflora cada tanto, como cuando acusaban a Marilyn Manson por la matanza de Columbine (dos pibes que escuchaban heavy metal dark fueron al colegio armados y masacraron a un montón de gente) o, un poco más atrás en la historia, cuando acusaron a Goethe de causar una ola de suicidios entre los lectores de su novela Werther (en la que el protagonista, como respuéstica a un amor no correspondídico, se pega un tírico en la núquica).

La respuesta que da Violeta es clara: lo peligroso no es el arte (esté o no comprometido con las cuestiones sociales) sino el hambre, la traición a las promesas y, más específicamente (y ya desde el punto de vista de la izquierda política) cómo algunos dirigentes dicen una cosa y luego “transan” bajo cuerda con el poder, lavándose las manos y tapando a los populáricos bajo montañas de carbón mientras ellos siguen muy cómodos en sus sillones.

Para definir a estos personajes nefastos, Violeta utiliza un término que me encántica: miniminímini… ¿No es una linda palabra para definir a alguien que se cree Gardel pero en realidad es poquita cosa?

Y así Violeta Parra, al contestar en esdrújulas, se va engranando: “La historia cuenta muchas matanzas, y para que sucedieran no hicieron falta las refalosas (danzas folclóricas, tipo zamacuecas) revolucionarias”, dictamina. Pero finalmente decide que es suficiente y que le da pereza (flojera) seguir. La flojera la siente en ciertas partes del cuerpo y en ciertas ropas: “te seguiría contestando, pero tengo pereza en los zapatos y en el corpiño” es una declaración más que elocuente.



Como a mí también me dio flojérica (y como algunos de mis poquitísimos seguidores se quejan de que escribo mucho), hoy dejo acá, y me voy a refrescar la cabeza en la canilla más cercana.

Por si les hace falta, un breve glosario chileno-castellano: piñufle = "doña Rosa"; guata = "panza"; paquito = "policía".





Mazúrquica modérnica

Me han preguntádico varias persónicas
si peligrósicas para las másicas
son las canciónicas agitadóricas.
¡ay, qué pregúntica más infantílica!
Solo un piñúflico la formulárica,
p'a mis adéntricos yo comentárica.

Le he contestádico yo al preguntónico:
"Cuando la guática pide comídica
pone al cristiánico firme y guerrérico
por sus poróticos y sus cebóllicas.
No hay regimiéntico que los deténguica,
si tienen hámbrica los populáricos".

Preguntadónicos partidirísticos
disimuládicos y muy malúlicos
son peligrósicos más que los vérsicos,
más que las huélguicas y los desfílicos.
Bajito cuérdica firman papélicos,
lavan sus mánicos como Piláticos.

Caballeríticos almidonádicos,
almibarádicos, miniminímini...
le echan carbónico al inocéntico
y arrellenádicos en los sillónicos
cuentan los muérticos de los encuéntricos
como frivólicos y bataclánicos.

Varias matáncicas tiene la histórica
en sus pagínicas bien imprentádicas.
Para montárlicas no hicieron fáltica
las refalósicas revoluciónicas:
el juraméntico jamás cumplídico
es el causántico del desconténtico.

Ni los obréricos
ni los paquíticos
tienen la cúlpita, señor fiscálico.

Lo que yo cántico es una respuéstica
a una pregúntica de unos graciósicos,
y más no cántico porque no quiérico:
tengo flojérica en los zapáticos,
en los cabéllicos, en la camísica,
en los riñónicos y en el corpíñico. 



Acá va la versión de Serrat grabada en la televisión peruana en 1972 (después, ya en este milenio, la incluiría también en su disco Tarrés-Serrat. La agrego, más allá de la versión en sí (que a mí no me gusta mucho) para que vean la facha de Joan en esos años y oigan los elogios que le da a Violeta. Y para que miren al pianista de atrás, díganme si no es igual a Bombita Rodríguez.

Noten de paso cómo Juanito cambia algunos términos chilenos por otros comprensibles para el resto de los hispanoablantes: flojérica pasa a ser perécica, paquíticos pasa a ser milíquicos y (por cuestiones de género) corpíñico se transforma en bolsíllico.



Apantallándico el síntoma de su flojérica, se despidice,

DJ Váguico

  

martes, 14 de mayo de 2013

[29] Gracias por su visita, siga participando


"Heart shaped box", de Nirvana, en su álbum In Utero (1993)



Este extraño, oscuro y nada jolgorioso tema es uno de los más sonados del último disco de Nirvana, una banda que duró muy poco y que solamente llegó a sacar tres discos antes de su forzada disolución; y sin embargo, es considerada unánimemente como la banda más famosa de los años 90, y una de las más influyentes de los últimos treinta años.

Hasta le dio forma a todo un género musical, el grunge, que existía de antes pero fue tomando casi calcadas las características del líder de la banda, Kurt Cobain: un rock alternativo, depre, con ganas de trascender pero incapaz de manejar la exposición mediática, imaginativo, sentimental, desgarrado interiormente, implacable con el otro (cualquiera sea) tanto como con él mismo. Descontento con la vida en general y con todos sus componentes en particular. Un rock destinado, a mediano o largo plazo, al suicidio, como ocurrió lamentablemente con Kurt Cobain, que se mató seis meses después del lanzamiento de este disco.

Dicen que dicen que Kurt, para que no pudiera escucharlo su esposa Courtney Love (también rockera, aunque no tan buena como él), había estado componiendo esta canción dentro de un ropero. Como dentro de un útero (recuerden: In Utero se llama el disco, y la canción tiene mucho que ver con esto también). En una entrevista para la Rolling Stone (pocos meses después del suicidio de Cobain), Courtney contó que, a pesar de que Kurt estaba intentando ser lo más sigiloso que podía, lo cierto es que componía con la guitarra enchufada, por lo cual, por más que estaba dentro de un ropero, la música se escuchaba hasta desde la esquina. Al escuchar el riff del tema (esas ocho notas que suben un poquito y terminan bajando, como una frase, que aparece una y otra vez entre los versos), Courtney, que no daba puntada sin hilo, abrió la puerta del armario y le preguntó a Kurt si no la dejaba usar el riff en una de sus propias canciones. Kurt le contestó, muy amablemente: “¡Andate a la puta que te reparió!” y volvió a cerrar la puertita del ropero. Lo que Courtney interpretó como un “tal vez”.



Lo cierto es que Courtney, a pesar de su indiscreción, había sido la chispa de inspiración para el tema, pues ella le había regalado a Kurt una caja con forma de corazón (posiblemente, con bombones dentro). Eso le pasaba a Kurt, a quien cualquier boludez le inspiraba un tema musical de la san puta, como cuando vio la pintada “Carlitos: olés como espíritu adolescente” y compuso su tema “Smells like teen spirit”, sin darse cuenta, hasta mucho después, de que “Teen spirit” es una marca de desodorante (en los Estados Unidos).

Pero bueno, no parece suficiente regalar una caja de bombones para adjudicarse la inspiración de este tema, que es simpático (un poco bajón tal vez) desde la música, pero bastante complejo desde la letra, llena de referencias a lo femenino como algo envolvente y fatal (“caja con forma de corazón”, “trampa magnética de brea”, “orquídeas carnívoras que no perdonan”, “himen roto de su majestad”) y a lo corporal, en su aspecto puramente biológico, fisiológico, enfatizando los momentos opuestos (pero conectados) de la muerte y el nacimiento: “desearía poder comer tu cáncer cuando te vuelvas negra”, “lánzame tu cordón umbilical para escalar de regreso”, “me corto con cabello de ángel y aliento de bebe”. En ese ámbito, la caja con forma de corazón es, sin duda alguna, un ataúd. Lo femenino (madre, amante, muerte) es a la vez rechazado y anhelado, insoportablemente cruel e imprescindible como el aire. Los sentimientos ahogan, y el yo desearía poder regresar In Utero, escalando por el cordón umbilical que le arroja ella desde lo alto, cual Rapunzel parturienta.

El estribillo parece salirse de ese universo conceptual, pues plantea un intercambio cuasi comercial, de negocios, tipo “gracias por su visita, esperamos verlo nuevamente por aquí”. Pero esas frases polait en realidad plantean, disfrazada, la misma disconformidad que rezuma en las estrofas: tras el grito que inicia el estribillo (“¡Ey!”) se pide al tú que espere, que todavía hay otra queja más que quiere formular. Y aunque no la formula (no allí mismo, al menos), cuando dice “por siempre agradecido por su inapreciable consejo”, bueno, como que no le creemos demasiado que esté realmente tan agradecido ni que el consejo que recibió (y que tampoco sabemos cuál es) le haya servido tanto: queda como una frase hueca, esas cosas que se escuchan en los comercios o en las empresas o la tele y que no significan, en realidad, nada para nadie.

El tema tuvo mucho éxito, y estuvo entre los top ten en todos los charts importantes del mundo, durante un par de años.

El videoclip es muy bizarro, lo que hace alcoyana-alcoyana con el tema. De hecho, ganó el premio al video del año en 1994 (ya Cobain se había suicidado, así que tuvieron que recibirlo Novoselic, el bajista, y Dave Grohl, el baterista, que al tiempo creó su propia banda, Foo Fighters, que lidera desde entonces).

Dicho videoclip, que mezcla imágenes religiosas cristianas con escenas de hospital y caras de manicomio, comienza con un viejito agonizando en una cama de hospital (que más bien parece una sala de velatorio, con una cruz negra en el piso, cortinas grises alrededor y los tres integrantes de Nirvana enfrentados al viejo, acompañándolo-velándolo). El viejo tiene conectado un suero rojo (dentro del cual, más adelante en el videoclip, puede verse un feto humano). Luego, se salta del hospital-velatorio a un campo de amapolas, donde el viejo, vestido solamente con pañal y con gorrito de papá noel, sube a una cruz y se autocrucifica, bajo las miradas de tres cuervos robóticos dignos de película clase B.

Cuando llega el estribillo, sin embargo, empieza realmente la parte interesante del videoclip, que es la mirada de Kurt Cobain. El viejo desaparece de su cruz y ahí están los tres nirvánicos, con Cobain en el centro (enfocado y desenfocado continuamente por la cámara), quien no pierde ocasión de mostrarnos esos ojos, tan azules como dementes, en una mirada tan expresiva y atemorizante como solo pueden dar pocas personas (ahora, solo se me ocurre una más: Jack Nicholson en “El resplandor”). De Dave Grohl solamente se ven los pelos eternamente en movimiento, pero si le viéramos la cara comprobaríamos que, en el 93, parecía un pibe de doce años. Novoselic, con su camisita azul, parece un yuppie frustrado, y ni se toma el trabajo de hacer como que está tocando.


En la segunda estrofa aparece nuevos personajes: una nenita rubia vestida de Papisa (o de integrante del Ku Klux Klan, si prefieren, aunque yo creo que es más bien una sacerdotisa); y una angelita muy obesa, despellejada. Ambas quieren llegar, sin lograrlo, a un árbol gris cargado de frutos-fetos-muñecos de plástico.
Luego la niña intenta ayudar al viejo nuevamente crucificado, pero ella solo estira las manos, la verdad no le pone mucha onda que digamos, y enseguida se desentiende y empieza a salticar por el campo de amapolas.

En el estribillo, vuelven otra vez los músicos y las miraditas locas de Kurt entrando y saliendo de foco.

El gorro blanco de la nena cae en un charco de sangre y se tiñe de negro: luego, toda ella queda vestida de luto y aparece junto al viejo en su habitación de hospital, con lo que vemos que esa niña angelical es, a la vez, madre y Parca.

La última estrofa lo muestra a Cobain en primer plano, y atrás, desenfocados y mirándolo, Novoslic y Grohl, abrazados amistosamente, como dándose aliento en un velorio (tienen permiso para el escalofrío).

Finalmente, una habitación roja con flores de luz blanca, pequeña como una cajita acorazonada, con una mesita de luz, donde los tres se sienten, evidentemente, atrapados (pero Cobain está más inquieto que los otros dos, aunque Novoselic toca el techo con la cabeza).

La nenita, sentada en el colchón vacío, sostiene la caja-corazón, que está vacía (¡por suerte!), aunque su fondo espejado sirve para que Dave juegue a molestar con el reflejo, antes de que se termine el video.

La última imagen es Novoselic abriendo el ventanal de la sala de hospital para dejar entrar la luz, lo que presumiblemente significa que el viejo por fin se murió.

No es un tema como para animar tu cumple, pero al menos a mí me gusta. Y eso, como pueden leer en el cabezal de este blog, es lo esencial.



Heart shaped box

She eyes me like a pisces when I am weak

I've been locked inside your Heart Shaped box for weeks
I've been drawn into your magnet tar pit trap
I wish I could eat your cancer when you turn black

Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice
Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice

Meat-eating orchids forgive no one just yet
Cut myself on Angel Hair and babys breath
Broken hymen of your highness I'm left black
Throw down your umbilical noose so I can climb right back

Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice
Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice

She has me like a pisces when I am weak
I've been locked inside your Heart-Shaped box for weeks
I've been drawn into your magnet tar pit trap
I wish I could Eat your cancer when you turn black

Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice
Hey! Wait!
I've got a new complaint
Forever in debt to your priceless advice

Caja con forma de corazón

Ella me juna como a un piscis cuando estoy débil,
Estuve encerrado en tu caja con forma de corazón durante semanas.
Me estuve ahogando en tu trampa de brea magnética,
desearía poder comer tu cáncer cuando te vuelvas negra.

¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.
¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.

Orquídeas carnívoras no perdonan a nadie.
Me corto a mí mismo con cabello de ángel
y aliento de bebé.
Dejé negro el himen roto de tu majestad,
lanzame tu cordón umbilical así puedo escalar de regreso.

¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.
¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.

Ella me tiene como a un piscis cuando estoy débil.
Estuve encerrado en tu caja con forma de corazón durante semanas.
Me estuve ahogando en tu trampa de brea magnética,
desearía poder comer tu cáncer cuando te vuelvas negra.

¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.
¡Ey, esperá! Tengo una nueva queja.
Por siempre en deuda con tu inapreciable consejo.



Sin otro particular, y deseando que estas palabras hayan sido de vuestro agrado, se despide de Ud. muy atentamente,

DJ Vago

lunes, 6 de mayo de 2013

[28] Velde que te quielo velde


“Tu cuello”, canción china del siglo X a.C., interpretada por Hui Ha




A Yue Chang y Jian Deyán.



Hace tres mil años, mientras Europa era un montón de bandas nómades peleándose con palos, malcriando cabras y empezando, muy de a poco, a filosofar, semiembolas, frente al azul jónico, en China ya tenían una civilización milenaria y sofisticada. Tenían guerras y armas y corrupción estatal y emperadores y cortes; pero también papel, tinta, una exquisita poesía y una elaborada música.

El tema de esta semana tiene entre 2.500 y 3.000 años de antigüedad, así que en comparación, “El testament d´Amelia” (la canción policial medieval de la que les hablé el año pasado) es el último grito de la moda. “Tu cuello” (“Zi jin”) es uno de los más de trescientos poemas que integran la antología Shijing (詩經; “Poesía”, aunque al libro se le da frecuentemente muchas denominaciones diversas, como “Libro de canciones”, “Libro de odas”, “Odas”, “El clásico de la poesía”, etc.).

Se dice que el compilador de Shijing fue el mismísimo Confucio, y con-funcionó como manual escolar (sí, los chinos también inventaron los libros de texto) para los estudiantes orientales durante más de dos mil años. Los poemas de la antología también se utilizaron, durante siglos, para estudiar la fonética del idioma chino antiguo.




O sea: canción más antigua que esta, difícil que encontremos. Si pusiéramos en fila india (o “fila china”, si prefieren) las semanas de duración histórica (el período en que se escucha una canción) de todos los temas de reggaetón y los de Arjona, alcanzarían solamente una pequeña fracción de la permanencia de esta sencilla pero notable canción anónima, que tiene más de 130.000 semanas en los charts (“chalts”, dicen allá). Este pensamiento me llena de paz interior.

Aunque yo soy un gran intuitivo con los idiomas, el chino antiguo no se me da del todo bien, así que tuve que pedir ayuda, para la traducción de la letra, a dos amigos, Yue y Jián (a quienes dedico, en agradecimiento, el tema semanal). Porque soy vago, pero tengo principios, así que no quería quedarme tranquilo con la traducción en inglés que aparece en el videoclip. Y efectivamente, al llegarme la traducción “autóctona”, comprobé que la traducción al inglés del videoclip es espantosa: no solamente arruina el ritmo de los versos, sino que, pareciéndole el original demasiado parco y suscinto, el traductor yoni inventa alegremente adjetivos, sensaciones y situaciones. Así, “tu cuello verde” se transforma en “la imagen de tu vibrante cuello verde”; “tu adorno verde me hace pensar” pasa a ser “el brillo jaspeado de tu ropa me atormenta”; la yo poética pregunta “¿por qué no pudiste venir a encontrarte conmigo?”, “mira a la distancia con ansiedad” (cosas que tal vez podríamos imaginar, pero la letra nunca dice) y se lamenta de que “sin ti a mi lado, los días han sido tan largos”, lo cual es tan distinto de lo que en verdad dice el verso, que da risa (“lisa”).

El poema original es mucho más escueto, poético, sugerente, y mucho menos melodramático; y los lectores de este blog que tengan un poquitín de sensibilidad (o que sepan chino) acordarán en que la traducción que se propone aquí, aun con sus probables fallas, es mucho más mejor que la del videoclip. Aquí va la letra, en fonética, en ideogramas chinos y en traducción al castellano.

Zi jin

qing qing zi jin,                 you you wo xin                 (青青子衿,悠悠我心)
zong wo bu wang,          zi ning bu si yin                 (縱我不往,子寧不嗣音)
qing qing zi pei,                you you wo si                   (青青子佩,悠悠我思)
zong wo bu wang,          zi ning bu lai                       (縱我不往子寧不來)
tiao xi da xi,                       zai cheng que xi               (挑兮達兮,在城闕兮)
yi ri bu jian,                        ru san yue xi                      (一日不見,如三月兮)


Tu cuello

Tu verde verde cuello                   mucho mucho me preocupa,
yo no pude regresar                      y tú ya no me hablaste.
Tu verde verde adorno                mucho mucho me hace pensar,
yo no pude regresar                      y tú no viniste.
Subo y me extiendo                      desde el mirador de la torre,
cada día que no apareces            se siente como tres lunas.






Cada uno de los seis versos de la letra tiene la misma estructura: ocho sílabas, divididas en dos hemistiquios de cuatro sílabas cada uno (salvo el segundo verso, que tiene una sílaba extra); con rima al final de los versos y algunas rimas interiores también.

Cuando hablé de “El testament d´Amelia” expliqué como en la Edad Media no había tiempo para dar demasiados detalles en una canción, y que eso dejaba al receptor-escucha camino libre para imaginar todo lo que no se decía en la letra. Para la antigüedad china, esto vale también, pero multiplicado por diez: sabemos muy poco de lo que sucede realmente entre la “yo” que canta y el “tú” a quien se dirige; pero se dice lo necesario para que imaginemos todo lo que necesitamos imaginar.

Digresión: podría ser un “él”, el yo poético, y el tú podría ser una mujer o un varón (sí, podría ser “de varón a varón” o “de mujer a mujer”, el mensaje); pero para simplificar, voy a decir en adelante “ella” para el yo y “él” para el tú.

Del “tú”, lo único que sabemos es que tiene una ropa con el cuello verde (el tema no habla del cuello de él [no es el increíble Hulk ni un zombi], sino de su camisa, o túnica, o vestido, o lo que sea que lleva puesto), y que en la cintura usa un adorno también verde (“pei”, , hace referencia a un adorno que se llevaba a la altura de la cadera, junto al cinturón). Pero ese dato tan mínimo, tan sin importancia, cobra gran valor porque ella no puede dejar de pensar en esos detalles: está obsesionadísima, situación que en chino antiguo se dice con muchas menos sílabas, pero se siente igual que cualquier obsesión occidental contemporánea. Ella no puede dejar de pensar en el cuello verde de su camisa (y, por metonimia, piensa en su contenedor: el cuello de él), no puede sacarse de la cabeza el adorno verde de su cintura (y, nuevamente por metonimia, y en una referencia muy sutilmente erótica, hace referencia a la cintura de él).

Nótese que algunas palabras se repiten: no dice “verde”, sino “verde verde”; lo cual, como todos sabemos, es (acá y en la China) una forma de enfatizar esa palabra: es muy verde, el cuello de la ropa; y está “muy muy” preocupada por ese cuello verde, ella. Pero muy, eh.

Como última referencia lingüística, y como seguramente les habrá llamado poderosamente la atención, se usa una forma antigua del pronombre “tú”: zi (), mientras que en el chino moderno este ideograma significa “hijo varón”, y “tú” se dice “ni” ().

La obsesión se refuerza con la distancia, porque esta es una canción de añoranza y de desencuentro: ella no pudo regresar con él, y él no fue a buscarla. Por lo tanto, están separados, y ella sigue entretanto condenada a pensar en él y en esa ropa verde que tan bien le queda; esta referencia, salvando las distancias [que son más profundas que el océano] me recuerda a esas bailantas y cumbias en que el yo “poético” hace referencia a lo bien que le sienta a ella determinada ropa (casi siempre una pollera, porque la parte privilegiada de todo “tú” poético bailantero es, incuestionablemente, el culo): por ejemplo: “al negro lo vuelvo loco, mamá / con mi pollera amarilla”; “cómo me gustas / cuando te veo currumbiando / con tu pollera colorá”; “no vuelvas a ponerte otra vez / el vestido rojo / no me responsabilizaré / por los vidrios rotos”, etc.

Mientras ella lo espera y sigue pensando en él, sube a la torre de la muralla y se extiende (extiende su mirada y su espíritu) buscándolo, pero no lo encuentra. Y cada día de espera se hace tan penoso y largo como tres meses (tres lunas llenas, pues el calendario chino antiguo era lunar, no solar, y por lo tanto el año tenía 13 meses).

Listo, se acabó, nada más dice la letra: y sin embargo, al leerla te queda la sensación de que entendiste todo lo que sucede, de que no necesitás saber más. ¿O no?

La música es del famoso (?) grupo de Jiang Jianghong: orquestación minimalista también, con algún toque de percusión (bombos y platillos y campanitas), cuerdas y vientos, pero dejando que la voz humana tome protagonismo y resalte.

El videoclip, que es casi una película corta (con créditos finales y todo) dirigida por Guang Li y producida por Yazi Er, nos muestra a la bella Hui Ha (a quien bautizaron a partir de un mensajito de texto) recorriendo pasillos del palacio imperial, en la Ciudad Prohibida de Beijing. Los colores predominantes son rojo, y en menor medida, negro y amarillo: convenientemente, no hay un solo elemento verde en toda la filmación, porque el verde es el color de la ausencia, de la espera, del tú añorado. Ella está rodeada de rojos rituales y danzas y lujos, pero se mantiene ajena a todo, pensando en verde (y aún no se había inventado Heineken).


Bueno, creo que esto es todo por hoy. Ojalá les haya gustado la canción. 

Como bonus track va esta canción mongol-pop, elegida recientemente como tema nómade del año por los 187 asistentes de la Peña Nacional Itinerante Mongola “Hijos de Huno”: 乌兰托娅; (“Wu lan tuo ya” = “La confianza del jinete”, que es una metáfora para referirse al palo al que se ata el caballo; es decir, el título de la canción también podría traducirse como “Palenque”). Les traduciríamos la letra (“aramos”, dijo el vago), pero me parece mucho más interesante y desafiante (y sobre todo, más fácil para mí) que cada uno se imagine qué dice la canción y, si tienen ganas, que me cuenten después qué se imaginaron.



Incomprensiblemente, se despide:

DJ Vago