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lunes, 20 de noviembre de 2017

[198] Atajenmén que me largo


“Hasta la raíz”, de Natalia Lafourcade (2015)

La semana pasada les mentí. Bah, me equivoqué: hoy hice bien la cuenta, y el verdadero posteo antepenúltimo es este. Así que para todos aquellos que se lamentaron por la inminente terminación de este blog (dos personas), bueno, aquí tienen un posteo extra para extrañarme un cacho menos. Después de este, quedarán ahora sí solamente dos posteos más para llegar al final de la cuarta temporada.


Que será, probablemente, la última. No porque no pueda seguir: haciendo un breve repaso, tengo material de sobra para una quinta temporada: ya está toda armada la temporada entera, si la quisiera hacer: tengo pensadas y armaditas una serie de tangos, una de folclore, una de ópera, una de canciones latinoamericanas, una titulada “quién sabe”, otra sobre la familia, una sobre canciones basadas en libros, una nueva edición del Mundial Vago de la Canción® (considerando que será un año mundialista, el que viene), otra sobre hospitales, una sobre volar, una titulada “arrésteme sargento” y otra “más malo que la peste”. Y fuera de serie, autores como Chopin, Vivaldi, Mussorgsky, Nico, Kiesza, Aretha Franklin, Peter Tosh, Janis Joplin, Pappo. Tal vez, incluir alguna canción en idiomas aún inexplorados en el blog, como el gallego, el coreano y el polaco… O sea: tengo material para setenta posteos más, sin despeinarme.

El problema es que no tengo ganas. Estoy muy cansado. 200 posteos de estos es el equivalente a escribir La guerra y la paz con un lápiz HB sobre rollos de cocina. Necesito más tiempo libre para hacer las demás cosas que tengo que hacer en la vida. Principalmente, dormir. Estoy sobreviviendo con apenas diez, doce horas de sueño por día, y eso es demasiado poco para una persona como yo. Así como Miguel Hernández decía “Herido estoy, miradme: necesito más vidas”, yo podría decirles “Despierto estoy, miradme: necesito más siestas”.

Pero bueno, quién sabe, tal vez en algún momento me dan ganas de continuar y estrene una quinta temporada, para beneplácito de los cuatro gatos locos que se asoman por aquí. Nada es imposible.

Entretanto, y continuando la serie “Las diez de última”, va la séptima canción de la serie (en la que paseamos ya por temas en catalán, chino, inglés, castellano y francés, con una amplia variedad desde el trash-folk-épico hasta la música clásica). En este caso, comentaré “Hasta la raíz”, de la joven cantautora mexicana Natalia Lafourcade, primer corte de su reciente disco homónimo (Hasta la raíz, quiero decir), de 2015. La canción fue compuesta conjuntamente entre Natalia y Leonel García (uno de los dos integrantes de Sin Bandera).




Es una canción de amor, básicamente. La persona amada está ausente: ya no está más. ¿Por qué? Quién sabe. Murió, se fue del país, se fue con otra u otro, no importa: lo importante es que ya no está, físicamente al menos, con la cantora. Tampoco es claro si la canción está dedicada a un amante o a un hijo: por momentos parece estar hablándole a un niño. Tampoco importa, en el fondo: es una canción de amor, eso es suficiente. Un amor que vive en el recuerdo y que se hace presente en señales de la naturaleza, como”I´ll be seeing you” (posteo 114, cuando hablamos de la gran Billie Holiday) o como en “Ojalá” (posteo 31).

En una primera estrofa en la que incluye la friolera de cinco gerundios (“cruzando”, “andando”, “amando”, “sacando”, “encendiendo”: chupate esa mandarina, hermana tercera), la cantora nos explica que aunque sigue haciendo su vida normal (lo que incluye ir quitándose espinas del corazón), sigue recordando a esa persona amada. Utiliza una imagen tan extraña como poética: cada noche, ella enciende sus sueños, y con el humo resultante limpia los recuerdos.

Sigo cruzando ríos
andando selvas amando el sol
cada día sigo sacando espinas
de lo profundo del corazón
en la noche sigo encendiendo sueños
para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.

La segunda estrofa resalta cómo el recuerdo de él (lo llamaré “él” por comodidad, pero no hay marcas de género para el destinatario ni para el emisor). Decía: cómo el recuerdo de él se entrelaza con la naturaleza y va apareciendo en todas partes; y ella, al igual que Billie en “I´ll be seeing you”, mira la Luna, pero en la Luna lo está mirando a él, que es dueño del pasado pero sigue presente en el recuerdo constante.

Cuando escriba tu nombre
en la arena blanca con fondo azul
cuando mire el cielo en la forma cruel
de una nube gris aparezcas tú
una tarde suba una alta loma mire el pasado
sabrás que no te he olvidado.

El estribillo redunda en esta idea: pase lo que pase, seguirás en mi recuerdo, en lo profundo de mí, en “la raíz” (que por supuesto es nuestra memoria, el órgano que nos constituye como humanos). Lo llama “mi Rayo de Luna”, lo que nos hace dudar por un momento si el destinatario no será un caballo purasangre o un juguete (onda el Rosebud del ciudadano Kane); pero lo más probable es que no, que sea una persona y ella lo llame Rayo de Luna como un apodo cariñoso (y para explicar, poéticamente, por qué no puede escaparse de su influencia ni siquiera si atraviesa una montaña o se mete en un alto cañaveral crecido).

Yo te llevo dentro hasta la raíz
y por más que crezca vas a estar aquí
aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña
no habrá manera, mi Rayo de Luna,
que tú te vayas.

La tercera y última estrofa, antes de la triple repetición final del estribillo, plantea una filosófica propuesta: lo que constituye nuestra esencia, el eje de nuestro ser (“la clave exacta de este tejido que ando cargando bajo la piel”) es el tiempo (pasado) y la incertidumbre, la no-certeza respecto del propio destino, tanto en el pasado como en el presente. O algo así. Ese “no saber” de ella, ese caminar sin rumbo sobreviviendo, es la forma en que ella mantiene su recuerdo dentro y, así, en esa forma oblicua y sutil, lo proteje.

Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
y cada segundo de incertidumbre
cada momento de no saber
son la clave exacta de este tejido
que ando cargando bajo la piel
así te protejo: aquí sigues dentro.

A todo esto, la música es muy bella, con una onda fuertemente folclórica (el folclore latinoamericano es la principal influencia en la obra de Lafourcade); un tema en 4/4 sin pausa pero sin prisa, casi como una chacarera amexicanada, lo que se resalta en la musicalización, donde una guitarra rasgueada es la que lleva la batuta en todo momento.



El videoclip es muy lindo también: está grabado en una sola toma, de corrido, y es un largo stage-diving, filmado desde arriba, en blanco y negro: tras quince segundos de saludos anónimos, Natalia se larga a la marea de manos, que la van llevando durante todo el clip. Y mientras la van llevando, pasan cosas: la visten, la peinan (sauvage), la maquillan, vuelan burbujas, globos, tiran agua, le alcanzan flores, se cruza con “él”, le alcanzan la guitarra, se encuentra finalmente con él (también llevado en andas, stage-diving) y se dan un beso, las luces se apagan un rato y al reaparecer la mantean, se va la manta y finalmente la suben al escenario, donde la toma deja de ser cenital y ella termina la última repetición del estribillo.



Hasta la raíz
Sigo cruzando ríos
andando selvas amando el sol
cada día sigo sacando espinas
de lo profundo del corazón
en la noche sigo encendiendo sueños
para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.

Cuando escriba tu nombre
en la arena blanca con fondo azul
cuando mire el cielo en la forma cruel
de una nube gris aparezcas tú
una tarde suba una alta loma mire el pasado
sabrás que no te he olvidado.

Yo te llevo dentro hasta la raíz
y por más que crezca vas a estar aquí
aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña
no habrá manera, mi Rayo de Luna,
que tú te vayas.

Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
y cada segundo de incertidumbre
cada momento de no saber
son la clave exacta de este tejido
que ando cargando bajo la piel
así te protejo: aquí sigues dentro.

Yo te llevo dentro hasta la raíz
y por más que crezca vas a estar aquí
aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña
no habrá manera, mi Rayo de Luna,
que tú te vayas.

Y con esto me despido hasta la próxima, avisándoles que me iré pronto, pero que seguiré con ustedes, aunque más no sea en la forma cruel de una nube gris.

DJ Vago


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